Posada Real. En los primeros años de la colonización, el subdelegado Fernando de Quintanilla muestra su interés por la creación de una posada que sirva para acoger a los primeros colonos centroeuropeos, así como una parada de los viajeros entre Écija y Córdoba. El viajero Richard Twiss (1773) se refiera a ella como la mejor que había encontrado a lo largo de su viaje por España. En 1855 Madoz la introduce en el índice de bienes desamortizables, pasando a manos privadas. No será hasta finales del siglo XX cuando el Ayuntamiento compre la mayor parte del edificio,iniciándose la reconstrucción como futura Casa de la Cultura.